
En nuestra serie sobre la flora y fauna de las Islas Galápagos, le presentaremos ahora otra criatura típica de las islas: El piquero de patas azules.

El piquero de patas azules es, como su nombre indica, conocido por sus patas azules. Pero no solo eso, el piquero de patas azules también es conocido por las islas Galápagos, ya que allí se encuentran las mayores poblaciones del mundo. Como ave marina tropical, también es un talentoso buceador y volador, lo que le resulta especialmente útil para capturar presas. Con unos 80 cm de longitud, los piqueros tienen el tamaño de un ganso, aunque las hembras suelen ser más grandes y pesadas. Su peso ronda 1,5 kg. La cola y las alas suelen ser largas y puntiagudas, el pico gris verdoso y el plumaje blanco parduzco, con la cabeza más oscura y de aspecto espinoso. Incluso los profanos pueden distinguir los machos de las hembras por las pupilas. Las hembras tienen las pupilas más grandes que los machos, lo que hace que estos últimos parezcan más amenazadores. Además, se puede saber cuál es la hembra del alcatraz azul y cuál es el macho por su danza de cortejo. La hembra del alcatraz observa la danza del macho y la examina de cerca para decidir si el macho es una pareja potencial o no. Así que, en resumen, los piqueros azules machos son los que tienen las pupilas más pequeñas y los pájaros que bailan para impresionar a los otros piqueros de sí mismos.

Hábitat, dieta y reproducción
Además de encontrarse en las Islas Galápagos, esta especie también habita en el Golfo de California, frente a la costa occidental de México, así como en otras islas cercanas a Ecuador y Perú. Sin embargo, la mitad de todos los ejemplares vive en Galápagos. Se alimentan exclusivamente de peces, para lo cual se sumergen hasta 25 metros de profundidad en el mar. Gracias a sus fosas nasales cerradas y al aire que retienen durante el buceo, los piqueros de patas azules pueden zambullirse sin que el agua entre en sus pulmones.
Los peces que cazan son principalmente sardinas, aunque también comen anchovetas y peces agujas. Las sardinas son responsables de la coloración de sus patas. Cuantas más sardinas consume un piquero de patas azules, más intensamente azules se tornan sus patas, lo cual indica que es un excelente cazador. Esta coloración se debe a una disposición especial de las fibras de colágeno, y los carotenoides que la producen deben ser ingeridos diariamente a través del alimento. Basta con dos días de alimentación insuficiente para que las patas pierdan color.
Para la hembra, esto representa una señal clara: un piquero de patas azules con patas intensamente azules es un buen proveedor para su descendencia. Por ello, durante el baile de cortejo —es decir, la danza previa al apareamiento— se presta especial atención a la coloración de las patas.

Sin embargo, el comportamiento de cortejo es mucho más complejo y se compone de una variedad de rituales distintos. A menudo, el macho muestra las plantas de sus patas al acercarse, como una forma de saludo hacia la hembra o incluso para ofrecerle pequeños obsequios. Luego, intenta impresionarla con su baile característico. No obstante, la hembra observa mucho más que una simple danza y unas patas azules. También presta atención al estado de las alas del macho y a la ubicación del sitio de anidación, y basándonos en todo ello, evalúa si ese piquero de patas azules es un compañero adecuado.
Si la hembra se siente atraída por el pretendiente, ambos realizan juntos el baile de cortejo. Tras el apareamiento, la hembra pone entre dos y tres huevos blancos en el nido en el transcurso de una semana. Este nido está formado por piedras y ramas. Alrededor del nido se pueden observar manchas blancas, que son las excreciones de los padres, utilizadas para marcar su territorio.
Ambos padres incuban los huevos durante aproximadamente 40 días. Luego del nacimiento, los polluelos permanecen en el nido hasta que, alrededor de los 102 días, lo abandonan. Alcanzan la madurez sexual entre los tres y cuatro años de edad.

Situación de peligro
Aunque el Piquero de Patas Azules no está todavía en la lista roja de la UICN, se considera una especie en peligro debido al declive de las poblaciones de peces y, por tanto, su principal fuente de alimento, por lo que debe protegerse del mejor modo posible. Ya se ha registrado que la población ha disminuido drásticamente en los últimos años. De los 20.000 ejemplares que había, solo 6.000 viven actualmente en las islas Galápagos. En primer lugar, el turista no es un peligro y puede acercarse al pájaro a corta distancia. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que son animales salvajes y deben ser tratados con el mismo respeto que cualquier otro animal. Se pueden observar pezuñas en las islas Galápagos, pero debe evitarse el intento de alimentarse y acercarse a las aves.

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