
Diego, una tortuga gigante de la especie Chelonidis hoodensis, regresa después de 80 años a su isla natal Española, una de las islas deshabitadas del archipiélago de Galápagos. En la década de 1930, Diego fue llevado a Estados Unidos durante una expedición científica y vivió los años siguientes en un zoológico en San Diego, California, donde recibió su nombre.
Mientras tanto, la población de su especie y de otras especies de tortugas en Galápagos disminuyó considerablemente. Esto se debió a diversas amenazas que enfrentaron a lo largo del tiempo. En primer lugar, los piratas y balleneros llevaban tortugas en sus barcos como alimento. A medida que las islas Galápagos se fueron poblando, también llegaron cabras, algunas de las cuales consumían la vegetación que servía de alimento a las tortugas. Las ratas representaban una amenaza para las crías.
Como resultado, la población se redujo enormemente: de un estimado de 400,000 individuos de 15 especies de tortugas, para finales de la década de 1960 solo quedaba aproximadamente el 15%. Tres sub-especies se encuentran completamente extintas. En 1979, Diego fue seleccionado para un programa de reproducción y llevado a la Estación Científica Charles Darwin en Santa Cruz. Allí, hasta principios de 2020, produjo más de 800 crías, siendo así el progenitor de aproximadamente el 40% de las 1,800 tortugas reintroducidas en Española.

De vuelta en Española
El 15 de junio de 2020, la tortuga gigante Diego, que ahora supera los 100 años de edad, fue regresada a la isla Española, en Galápagos, junto con otros 14 ejemplares de su misma especie —12 hembras y 2 machos adicionales—. Sin embargo, antes de su traslado, los animales debieron pasar por un período de cuarentena, durante el cual fueron “limpiados” tanto interna como externamente, con el fin de evitar la introducción de semillas de especies vegetales no nativas en la isla.
Las tortugas fueron transportadas en bote hasta la isla. Desde allí, guardaparques y científicos las cargaron durante 2,5 km hacia el interior, hasta un lugar llamado Las Tunas. En este sitio finalmente fueron liberadas en su hábitat natural. Allí se encuentran en abundancia las opuntias, una especie de cactus que constituye el alimento principal de esta especie de tortugas.
A cada una de las tortugas se le implantó un microchip para poder monitorearlas vía satélite. Se ha programado una expedición científica dentro de seis meses con el fin de verificar su estado y evolución.
Protección de la naturaleza y los animales en Galápagos
La presencia de tortugas en Española es fundamental para el ecosistema de la isla. Sin ellas, las plantas leñosas se propagan rápidamente y no dejan espacio para que aniden las aves. Algunas especies, como los albatros, necesitan condiciones específicas para poder aterrizar o despegar. Las tortugas ayudan a mantener estos espacios abiertos.
La tortuga gigante Diego ha contribuido enormemente a la preservación de su especie y a la estabilización del ecosistema de la isla Española, en Galápagos. No obstante, es importante señalar que no todos los ejemplares son descendientes de él. Esta diversidad genética es esencial para mantener o aumentar la salud y la viabilidad de la población a largo plazo.
Por ello, la protección de la naturaleza y de las especies sigue siendo un tema fundamental en la isla Española, así como en el resto de las Islas Galápagos. En consecuencia, el turismo en el archipiélago debe seguir desarrollándose de manera responsable y sostenible. Cada visitante debe respetar en todo momento las normativas del Parque Nacional Galápagos.
Puede obtener más información en nuestro artículo del blog sobre la Estación Científica Charles Darwin. Por cierto, este importante centro de conservación se puede visitar durante numerosos cruceros por Galápagos o al hacer island hopping en la isla Santa Cruz.
