Uno de los destinos más famosos de Ecuador, pero sin tanta afluencia turística, es la Laguna de Quilotoa.
La mayoría de los viajeros prefieren ir directamente en bus o automóvil para tomar algunas fotografías, pero nosotros decidimos tomar una ruta más larga para llegar.
Hoy quiero comenzar a describir la experiencia desafiante de un trekking de varios días.
No se equivoque: el verdadero desafío de este tipo de actividades es lo que le brinda felicidad y todas las recompensas al final, como alcanzar y finalmente poder contemplar la majestuosa Laguna de Quilotoa.
Una respuesta muy conocida a la pregunta “¿Por qué viajamos?” es para poder escapar de nuestros problemas diarios, romper con la rutina o tomar un poco de aire fresco después de recibir alguna noticia difícil.
Bueno, yo solo quería escapar y la oportunidad apareció en el momento justo.
Desde el principio sabía que iba a ser duro, no tenía mucha experiencia, pero mi motivación estaba al máximo.
Mis primeras preocupaciones eran preguntas comunes como: ¿Necesito un guía? ¿Y si me pierdo? ¿Cuáles son los requisitos físicos que necesito?
Todas estas preguntas quedaron sin respuesta antes de comenzar la caminata.
Era tiempo de aventura, de lo inesperado, y estaba listo para permitirme disfrutar la experiencia sin spoilers.
Día 1: Isinlivi
Nuestro viaje comenzó en Latacunga, la capital de la provincia de Cotopaxi. Llegué temprano en la mañana.
La caminata aún no empezaría, pero dos miembros del equipo SOLEQ me acompañaban: Ayke y Jenny. Ellos ya habían pasado la noche anterior en una antigua y acogedora hacienda en Latacunga.
Aproveché para recorrer la ciudad y buscar los últimos artículos que me faltaban antes de iniciar la aventura.
Con todo listo, disfrutamos de un desayuno cálido y amigable en un restaurante local.
La gente de la zona de Cotopaxi es muy amable y ofrece uno de los mejores servicios de Ecuador.
Por menos de tres dólares, recargamos energía con calorías y proteínas.
Normalmente, los buses a Isinlivi, nuestra próxima parada, salen de la terminal principal de Latacunga.
Pero era jueves, un día especial en la región desde hace siglos.
Ese día se celebra el mercado de Saquisilí, el segundo mercado más famoso de Ecuador (justo después del mercado de Otavalo), conocido como la “Plaza de Ponchos”.
Lo visita menos gente porque, como mencioné, solo ocurre los jueves.
En Latacunga tomamos el primer taxi que apareció para llegar al mercado de Saquisilí, ubicado fuera de la ciudad.
El conductor no sabía dónde salían los buses, así que comenzó a hacer algunas llamadas y finalmente obtuvo la información de que la parada estaba en el mercado de pescado.
Al principio, Ayke no le creyó, porque si ha viajado por Ecuador durante un tiempo considerable, sabe que no es bueno confiar en todo el mundo, pero tampoco es bueno desconfiar de todos.
Para evitar este tipo de situaciones, la mejor opción es solicitar la información necesaria en la recepción de un hotel o en un centro de información turística.
Cuando llegamos al mercado de pescado, el bus ya estaba listo para partir. Lamentablemente no pudimos ver el mercado, ya que subimos al bus de inmediato.
El viaje fue muy agradable, los caminos eran estrechos, envueltos en niebla, y avanzábamos en zigzag. Normalmente me sentiría inseguro, pero de alguna manera todos parecían tan tranquilos que parecía una actividad cotidiana para los habitantes de la montaña, como ir al baño. Por eso yo también me sentí muy calmado. Sin embargo, no estaba seguro de dónde debía bajar, así que le pedí a varios pasajeros que me avisaran cuando llegáramos a Isinlivi.
Isinlivi es un pequeño pueblo y un punto de encuentro en el Quilotoa Loop.
Nos alojamos en el hostal Llullu Llama, un hostal ecológico con una hermosa vista a los Andes y, sí, incluso cuentan con una llama amigable como mascota.
El lugar es gestionado por extranjeros y viajeros, por lo que un suizo y una francesa nos ayudaron con el check-in.
Hablaban inglés fluidamente, pero por supuesto también podían ayudar a viajeros en francés y alemán.
Conocimos a muchísimas personas de todo el mundo, todos disfrutando la vida y algunos, como yo, escapando de la rutina. Jugamos juegos de cartas para conocernos mejor y también disfrutamos de un baño caliente en el jacuzzi del hostal.
Nos enseñaron sus juegos de cartas y nosotros les mostramos los nuestros; este intercambio cultural en medio de los Andes fue una experiencia maravillosa.
Otro momento destacado de la noche fue la cena. Sentados alrededor de dos grandes mesas con personas de más de veinte países diferentes, reímos, compartimos historias y comimos delicioso hasta quedar satisfechos. Conversé con una viajera mayor de Inglaterra y le conté sobre mi sueño de ser científico. Me sorprendió mucho saber que ella misma era una científica retirada.
Después de esta maravillosa cena, nos prometieron una sesión de yoga para la mañana siguiente.
Si esta interesado en esta experiencia, entonces eche un vistazo a uno de nuestros tours: El Circuito de Quilotoa Trekking.
