
Llegada a Hacienda Verde
El sábado de hace dos semanas, el equipo de la oficina de Quito fue de excursión a la Hacienda Verde, cerca de Guayllabamba.
Salimos temprano de Quito por la mañana, con dirección a Otavalo, y giramos a la izquierda después del puente sobre el río Pisque, siguiendo el camino hacia el área protegida Parque Jerusalén. La entrada a la hacienda se encuentra aproximadamente a diez minutos en automóvil después del desvío hacia Parque Jerusalén.
Finalmente, llegamos a la entrada, donde Lucía, la propietaria, nos recibió junto a seis perros amigables pero entusiastas. Primero, nos guió por el museo del aguacate, una de las principales atracciones de la hacienda.

El aguacate, la fruta milagrosa
Fue interesante conocer los detalles sobre el origen de esta planta (México), su distribución y sus múltiples usos. El aguacate es una verdadera planta milagrosa: no solo es rico en grasas insaturadas y una buena fuente de vitamina K, ácido fólico y potasio, sino que también tiene diversos beneficios.
La pulpa del fruto, así como los champús y cremas derivados de él, fortalecen el crecimiento del cabello y se dice que previenen las arrugas. La madera del árbol de aguacate es útil para la fabricación de muebles, y la corteza se utiliza para aliviar el dolor de muelas y posee propiedades desinfectantes.
Además, los tés y baños calientes preparados con sus hojas se consideran beneficiosos para tratar la epilepsia, resfriados, tuberculosis y diarrea. El jugo extraído de sus semillas se emplea como tinte natural.
En la pequeña sala de exhibición, se pueden adquirir diversos productos como aceite de aguacate o cremas para la piel.
Un oasis en medio del bosque seco
Salimos del museo y Lucía nos condujo primero, por una parte, de la hacienda donde hay diversos árboles frutales, así como plantas de café. Ella y su esposo, Fabián, han practicado la agroforestería en este lugar durante más de 15 años. La diversidad de especies es asombrosa, especialmente considerando que nos encontramos en pleno corazón de una región de bosque seco.

También crecen especies que se encuentran comúnmente en zonas costeras, como la chirimoya y los plátanos. Además, pudimos maravillarnos con la papaya andina, diversos cítricos, chayote y muchas especies de aguacate, tanto nativas como introducidas.
De vez en cuando, se hacía visible la vegetación típica del bosque seco, como plantas de aloe vera y agaves, con sus impresionantes inflorescencias de hasta un metro de altura. Lucía, quien tiene un doctorado en etnobotánica, pudo compartir con nosotros numerosos y en ocasiones sorprendentes detalles sobre las distintas plantas y sus usos.

Pronto llegamos a unas construcciones donde Fabián ya nos esperaba, y allí se encontraba el agave más grande que había visto en mi vida.
Fabián nos explicó y mostró cómo elabora compost y fertilizantes naturales. Gracias a su amplia experiencia como guía naturalista, sus explicaciones fueron muy claras e interesantes. Junto al edificio crecían algunas plantas de algodón que recién habían florecido y nos causaron una gran impresión.
El recorrido continuó por la extensa propiedad, atravesando plantaciones de aguacate y pasando por más árboles cítricos, hasta que finalmente llegamos a la colmena de Fabián. Las abejas son muy importantes para la polinización de los árboles frutales.

Después de un rato, llegamos a una parte mística del bosque donde los árboles estaban cubiertos de musgo brillante y bromelias. Detrás de esta zona se encontraba el mirador con vista al valle del río Guayllabamba. La panorámica era impresionante.

Degustación de frutas en la línea ecuatorial
Caminamos unos minutos más y llegamos a un pequeño monumento que marca la línea ecuatorial. El lugar es importante tanto desde el punto de vista energético como cultural.

Para nosotros fue especialmente interesante en ese momento, pues Lucía ya nos esperaba con una cesta de frutas. Tuvimos la oportunidad de degustar diversas frutas cítricas, así como tomate de árbol, pepino, chirimoya y guayaba, recién cosechadas, maduras al sol y libres de químicos. Todos quedamos encantados y continuamos nuestro camino con energías renovadas.
Plantaciones, bosque primario y bosque secundario
La breve caminata que siguió nos llevó a través de una vegetación muy variada. Primero, pasamos por una zona donde predominaban los cactus, en particular las opuntias, que hasta entonces solo conocíamos de Galapagos. Estos cactus albergan interesantes habitantes: los pulgones cochinilla.
En el pasado, de las hembras de estos insectos se extraía el tinte rojo carmín, aunque hoy en día se produce de manera industrial. Fabián, Dayana y Lorena probaron la idoneidad del color para un lápiz labial, y funcionó perfectamente.

Degustación de aguacate y más — el gran final
Después de caminar aproximadamente dos horas, llegamos a la zona de la casa principal. Junto a una laguna artificial rodeada de árboles, ya nos esperaba una mesa abundantemente preparada. Frente al agua, degustamos diferentes tipos de aguacate junto con chochos, porotón —un fréjol gigante que crece en árboles—, ají casero, chayote fermentado y semillas tostadas de sambo (calabaza de hoja de higuera).
Para calmar la sed, nos ofrecieron limonada de hierba luisa, así como dos tipos de bebidas fermentadas de agave: una sin alcohol y otra con un poco de graduación alcohólica.
Originalmente, habíamos planeado almorzar después de la excursión; sin embargo, esto no fue necesario tras este sorprendente banquete. Llena y satisfechos, emprendimos el camino de regreso a casa.

Nuestros momentos destacados personales
Sin duda, todos disfrutamos mucho del viaje, pero cada uno encontró su momento destacado personal, que hemos resumido a continuación:
Diego:
Mi momento destacado personal durante la visita a la Hacienda Verde fue conocer nuevas frutas y verduras como el porotón y la planta de guarango. Pero, por supuesto, la mejor parte para mí fue probarlas junto a la laguna artificial, acompañadas de otros granos como los chochos.
El proceso de los “biofertilizantes” también fue muy interesante. De hecho, es un lugar ideal para adquirir nuevos conocimientos. En una palabra: “Fantástico” o “Un gran día en la naturaleza”. .
Dayana:
En mi opinión, Hacienda Verde es un milagro: en medio de un lugar extremadamente seco se produce una gran variedad de frutas que han desaparecido del mercado. Probar por primera vez varios tipos de aguacates, limones, legumbres y bebidas elaboradas con penco fue un verdadero deleite.
Algo sobresaliente en la hacienda es la rotación de cultivos, que permite mantener un suelo más saludable y un mejor control de malezas sin el uso de herbicidas ni químicos. Los propietarios elaboran su propio fertilizante mediante prácticas agroecológicas, contribuyendo así a un mejor desarrollo económico y a una protección más especializada del medio ambiente, un valor que sin duda será muy apreciado por los visitantes.
Para SOLEQ, este es el inicio de la promoción de una nueva atracción en materia de agroturismo. Nuestros turistas tendrán la oportunidad de experimentar un lugar muy cercano a Quito, que mantiene prácticas agrícolas ambientalmente sostenibles, que promueve el respeto por el patrimonio natural y cultural, y que fomenta la revalorización de las prácticas, costumbres y conocimientos tradicionales del campo, proponiendo una nueva dimensión sostenible de la cultura agrícola cuya importancia debe revitalizarse y prevalecer.
Lorena:
Lo que más me gustó de la visita a la Hacienda Verde fue descubrir que, en este clima seco, se cultiva una amplia variedad de frutas y verduras. Además, tuve la oportunidad de aprender sobre la historia y el uso del aguacate en el museo ubicado cerca del camino principal, así como conocer nuevas verduras como el porotón, que es un árbol cuyo fruto se asemeja a los frijoles cuando se cocina, la cidra y el chayote.
Para mí, el momento destacado fue degustar estos deliciosos alimentos del campo frente a una laguna artificial; fue absolutamente maravilloso.
Maria:
Además de la degustación de las deliciosas frutas, las variedades de aguacate y las bebidas de agave, lo que más me gustó fue el musgo colgante de los árboles. Después de caminar por diferentes partes de la propiedad, llegamos a un mirador rodeado de esos árboles cubiertos por un musgo casi blanco y de apariencia muy suave. Fue una experiencia mística, y casi esperaba que un duende apareciera entre la maleza.
¿Qué debe llevar consigo al visitar Hacienda Verde?
Si desea visitar Hacienda Verde, lo cual definitivamente debería hacer, hay algunas cosas que debe tener en cuenta:
La hacienda está ubicada en una región de bosque seco, a unos 2.000 metros sobre el nivel del mar, lo que significa que, cuando el sol brilla, puede hacer bastante calor y es fácil quemarse con el sol. Por ello, se recomienda llevar protector solar, sombrero o gorra y suficiente agua.
También es aconsejable usar pantalones largos y calzado resistente y cómodo, ya que a menudo se camina entre matorrales que pueden raspar.
En cualquier caso, debe llevar repelente de insectos y aplicárselo con regularidad, ya que los mosquitos son bastante agresivos. Por lo demás, no hay animales ni insectos peligrosos en la zona.
Una visita a la hacienda es ideal para amantes de la naturaleza, excursionistas, personas interesadas en la ornitología y la (etno)botánica, así como para todos los viajeros curiosos.