
Domingo, día de descanso, y 18 de mayo, Día Internacional de los Museos, una hermosa mañana en Quito. ¿Qué museo elegimos para visitar? Nos decidimos por el Yaku.
¿Qué es Yaku?

Yaku es una palabra del idioma indígena kichwa que significa «agua». Partimos hacia el centro de la ciudad y nos dirigimos hacia el barrio El Placer, en las laderas del volcán Pichincha. Las calles empinadas y estrechas conducen al Museo del Agua.
La historia cuenta que en esta parte de Quito, el famoso inca Atahualpa tomaba sus baños ceremoniales para purificar su cuerpo, y las casas de baños se conocían como Casas del Placer del Inca, «Casas del Placer del Inca», razón por la cual el barrio todavía se llama El Placer.
Cuando llegamos al museo, el amable personal nos da la bienvenida. Por suerte, no hay muchos otros visitantes. Mientras esperamos a que se forme un grupo, tenemos tiempo para disfrutar de las maravillosas vistas del centro histórico y de la ciudad, idílicamente situada entre las montañas. ¡Un lugar ideal para hacer fotos!
Con un guía muy agradable visitamos la sala de exposiciones Media Agua (literalmente: «media agua», un término utilizado en las tierras altas para referirse a las casas pequeñas). Se trata de una pequeña vivienda sostenible, donde aprendemos cuál es la mejor manera de utilizar el agua. Mientras los niños se divierten jugando a ducharse, nosotros descubrimos las numerosas y magníficas cualidades del agua y la forma de reutilizar y reciclar este preciado bien.

Nuestro recorrido continúa por un sendero ecológico donde vemos plantas endémicas, estanques llenos de renacuajos y flores amarillas que parecen zapatitos de bebé. Intentamos limpiarnos los dientes como lo hacían nuestros antepasados, antes de que existiera la pasta de dientes, con las hojas del árbol arrayá (Myrcianthes hallii).

La siguiente parte de la exposición nos invita a aprender sobre las características físicas y químicas del agua, sobre el agua en el mundo, el agua en los océanos y mucho más. Los niños están muy interesados y no paran de hacer preguntas.
Tras la visita a este fabuloso museo, sentimos un nuevo aprecio por este líquido vital y nos sentimos inspirados para pensar en formas de desarrollar alternativas sostenibles en nuestra vida cotidiana, en nuestros hogares, oficinas y en todo el entorno.
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