
Conocer algo nuevo en la belleza de la creación siempre provoca una curiosidad indescriptible. Esta sed y espíritu de aventura evoluciona, por lo que mis amigos y yo decidimos viajar a las Tierras Altas del norte ecuatoriano.
Primera parada: Cayambe
Las montañas con sus increíbles colores naturales llamaron nuestra atención. En nuestra primera parada en la ciudad de Cayambe, de repente apareció el volcán Cayambe cubierto de nieve y muy lejos al sur pudimos ver el Cotopaxi. Al llegar, nos esperó un delicioso desayuno con chocolate caliente, «biscochos» (galletas saladas de Cayambe) y «queso de hoja» (queso en forma de cilindro envuelto en hojas de achira).
Otavalo
Llenos de nueva energía continuamos al lago «San Pablo» que como un espejo reflejaba el volcán Imbabura. Al llegar a Otavalo visitamos el famoso mercado indígena donde los «Otavaleños» venden sus mejores diseños textiles. Por supuesto que compramos algunos recuerdos.

El Ángel
Más al norte, el paisaje impresiona con su suelo fértil, verdes valles y extensas ciudades. Avanzamos por las sinuosas cadenas montañosas hasta el paisaje del páramo «El Ángel.» Finalmente tuvimos una verdadera sensación de aventura – que estábamos buscando originalmente – causada por las condiciones de la carretera con barro y agujeros enormes.
En este momento ya cubrimos una distancia de 170 km (106 millas) y finalmente llegamos al largamente deseado bosque de árboles Polylepis, también conocido como «árboles de papel.» Un pequeño valle en la reserva de «El Ángel» (3523 m/ 11.558 ft sobre el nivel del mar) se destaca por su belleza natural y misterioso encanto mágico.

La gente de esta zona cuenta una leyenda del amor que explica el misterio del bosque. Una mujer llamada Ishuquinua, que reprime sus sentimientos, y un pequeño fantasma del bosque llamado Curupi, peludo y feo, viven en el bosque. Están representados por un Pumamaqui y un árbol Polylepis. Ambos esperan ser rescatados por una mujer virgen.

También descubrimos que este bosque es el hogar de muchos árboles frailejon con elegantes flores amarillas en medio del páramo.
Allí estábamos, en medio del páramo, disfrutando del contacto con la naturaleza, el aire fresco, felices de vivir la aventura que habíamos estado buscando.