
Hace dos semanas escribimos sobre los dos primeros días de nuestro fantástico crucero por las Galápagos. A continuación, podrás leer lo que vivimos durante los días restantes en las islas encantadas.
Día 3: Observación de la fauna de Seymour Norte y Plaza Sur

Nuestro tercer día en las islas Galápagos comenzó con un espectacular amanecer en la isla Seymour Norte, un paraíso para los amantes de las aves. Conocida por su extraordinaria variedad de especies, esta isla nos recibió con una sinfonía de cantos y elegantes vuelos.
Entre las especies más emblemáticas que encontramos estaban las magníficas fragatas, con sus llamativas características físicas y su majestuoso vuelo. Observamos con asombro cómo estas aves se elevaban por encima de nosotros, mostrando su esplendor contra el cielo azul. También vimos piqueros de patas azules, cuyos nidos y comportamientos de cortejo eran fascinantes de observar. Junto a ellos, gaviotas, garzas y pelícanos completaban el vibrante ecosistema aviar de la isla.

Pero la isla Seymour Norte no sólo es conocida por sus aves; también alberga las impresionantes iguanas terrestres de las Galápagos. Estas criaturas únicas, endémicas de la región, nos saludaron con su serena presencia mientras se alimentaban de cactus y se asoleaban en las rocas volcánicas de la isla. Fue un privilegio observar su tranquilo comportamiento y su perfecta adaptación al árido entorno.

Por la tarde, nos dirigimos a South Plaza, una pequeña isla con una biodiversidad sorprendente. Al igual que Seymour Norte, Plaza Sur es un santuario para las iguanas terrestres de las Galápagos, que pueden verse en gran número. Fuimos testigos de cómo estas fascinantes criaturas se movían con gracia entre las rocas volcánicas, compartiendo su hogar con otras especies emblemáticas de las Galápagos.
Además de la fauna, Plaza Sur nos cautivó con sus impresionantes paisajes naturales, desde escarpados acantilados a playas de arena blanca. Pasear por la isla nos permitió apreciar la belleza en bruto y la diversidad de este remoto rincón del mundo.

Día 4: Explorar la vida marina de Isla Lobos y la icónica Kicker Rock
En nuestro último día a bordo del yate Treasure, zarpamos hacia la fascinante Isla Lobos, un destino conocido por su increíble diversidad de vida marina. Esta isla, llamada así por la gran población de leones marinos que la habitan, nos recibió con una experiencia de naturaleza única.
Durante la época de apareamiento, las playas de Isla Lobos se convierten en un animado escenario donde los visitantes pueden presenciar comportamientos intrigantes, como exhibiciones de cortejo y luchas territoriales. Nos maravillamos ante la frenética actividad de estos majestuosos animales, que llenan el aire con sus llamadas y gráciles movimientos.
Además de los leones marinos, las aguas cristalinas que rodean Isla Lobos ofrecen oportunidades excepcionales para actividades acuáticas como el buceo y el submarinismo. Nos sumergimos en un vibrante y colorido mundo submarino, donde nos encontramos cara a cara con el león marino alfa. Fue una experiencia que nos dejó sin aliento y nos conectó aún más con la belleza y diversidad de las Islas Galápagos.
Durante nuestra navegación hacia la isla San Cristóbal, tuvimos el privilegio de avistar Kicker Rock, también conocido como «León Dormido». Esta icónica formación rocosa se alza majestuosa sobre las cristalinas aguas del océano Pacífico y es uno de los atractivos naturales más reconocidos de la región. Su peculiar forma, parecida a la de un león marino dormido, nos dejó asombrados mientras navegábamos junto a ella.

Al llegar a la isla San Cristóbal, el personal del yate Treasure nos dio la despedida con una deliciosa cena en la terraza del yate, acompañada de una maravillosa puesta de sol. Fue el broche perfecto para nuestro último día a bordo, mientras reflexionábamos sobre las increíbles experiencias que habíamos compartido juntos en las Islas Galápagos.
Día extra: Explorar los tesoros ocultos de la isla de San Cristóbal
Decidimos prolongar nuestra aventura en las islas Galápagos y pasar un día más explorando la magnífica isla San Cristóbal. Nuestra primera parada fue la impresionante laguna de El Junco, un verdadero tesoro natural en medio del archipiélago.
Esta laguna, situada en el cráter de un volcán extinguido, nos acogió con su serenidad y belleza incomparables. Rodeada de exuberante vegetación y flora endémica, se eleva a unos 700 metros sobre el nivel del mar. Con un diámetro de unos 270 metros y una profundidad de hasta 6 metros, se considera la mayor masa de agua dulce de todo el archipiélago.

En La Galapaguera pudimos observar tanto las tortugas criadas en cautividad como las que deambulan libremente en su entorno natural. Fue una experiencia única y educativa que nos permitió apreciar la belleza y la importancia de estas especies emblemáticas de las islas Galápagos.
Además de sus esfuerzos de conservación, La Galapaguera desempeña un papel crucial en la educación y concienciación del público sobre la importancia de la protección del medio ambiente. A través de programas educativos y actividades interactivas, el centro pretende inspirar a la gente a actuar para preservar la biodiversidad única de las islas Galápagos.
Con el corazón lleno de gratitud y la mente repleta de recuerdos, nos despedimos de las islas, sabiendo que esta experiencia ha dejado una huella imborrable en nuestras vidas. ¡Hasta la vista, queridas Islas Galápagos! Seguiremos apreciando y valorando la belleza y diversidad de este paraíso natural único en el mundo.