
Hace un par de semanas, un amigo y yo decidimos que queríamos intentar escalar la montaña más alta del Ecuador, el Chimborazo. Con una altitud de 6300 metros sobre el nivel del mar, esta montaña es un verdadero gigante. Por lo tanto, estaba claro desde el principio que se necesitaba una preparación previa. Por esa razón, planificamos escalar al menos un volcán durante cada una de las tres semanas previas a nuestro ascenso al Chimborazo. Estos volcanes son, concretamente, el Rumiñahui (4631 m), el Imbabura (4630 m) y el Iliniza Norte (5126 m).
El desafío de esta semana se llamaba Iliniza Norte, uno de los dos volcanes ubicados aproximadamente a una hora y media al sur de Quito. Dado que las nuevas leyes requieren un guía de montaña certificado para ascensos a cumbres por encima de los 5000 metros, contratamos a un guía que conocimos el fin de semana pasado en Ibarra.

Nos encontramos a las 7 a.m. en el valle de Los Chillos, donde nuestro guía y su padre pasaron a recogernos. Desde allí condujimos aproximadamente una hora hasta llegar al pequeño pueblo de Chaupi. El clima estaba increíble y tuvimos la suerte de disfrutar de una vista despejada del hermoso Cotopaxi. Subimos por un camino fangoso hasta llegar a un estacionamiento a unos 3900 metros de altitud, dejamos el auto y comenzamos nuestro ascenso.
Durante las primeras dos horas seguimos un sendero bastante bien marcado, rodeados de plantas hermosas. Además, la vista hacia el volcán Corazón y los valles era impresionante (ver foto más abajo). Caminar por este sendero no fue demasiado exigente. Sin embargo, nuestro guía nos recomendó tomar una ruta distinta a la habitual porque, según él, “¡es mucho más divertida!”. Esa ruta resultó ser el camino directo por la parte más empinada de la montaña y, aunque era más corta, sin duda no era más fácil.

Sin embargo, ya habíamos aceptado el desafío y estábamos en un punto en el que no valía la pena regresar. Así que allí estábamos, subiendo por la ladera arenosa de la montaña. Para serle honesto, esa parte fue bastante dura, ya que sentía que no avanzaba nada debido a la arena que se deslizaba bajo mis pies. Por cada dos pasos que daba, retrocedía uno. No obstante, tras aproximadamente una hora y media, llegamos a la parte final del ascenso, caracterizada principalmente por afiladas rocas volcánicas. A pesar de la altitud cada vez mayor, este terreno resultó mucho más fácil de atravesar, aunque implicaba más escalada que caminata. Una hora después, alcanzamos la cumbre.
A 5.126 metros sobre el nivel del mar, este fue el punto más alto en el que me he encontrado en mi vida. Me di cuenta de que el entrenamiento de las últimas semanas realmente dio frutos, ya que no tuve ningún problema para respirar.

Sin embargo, en la cumbre la situación era bastante delicada. El pico tenía solo entre dos y tres metros de ancho, y luego había acantilados verticales que caían aproximadamente 300 metros. Lamentablemente, para ese momento las nubes ya habían cubierto la cima de la montaña, lo que bloqueaba la vista. Además, comenzó a nevar, y consideramos que no debíamos perder mucho tiempo allí, ya que la nieve volvía todo muy resbaladizo y considerablemente más peligroso.

Así que comenzamos nuestro descenso. Bajar por el mismo camino por el que subimos fue relativamente fácil, ya que uno podía deslizarse sobre la arena suelta sin demasiada preocupación. Desafortunadamente, la mezcla de nieve se volvió cada vez más intensa y, obviamente, cuanto más descendíamos, más mojado se volvía todo. Empapados y agotados, llegamos al estacionamiento aproximadamente a las 4:30 p. m., y desde allí emprendimos el regreso hacia Quito.
Esta caminata fue, sin duda, la más arriesgada hasta ahora; especialmente en la cima, me sentí bastante ansioso. Además, físicamente fue también la más exigente que he realizado hasta el momento. Sin embargo, creo que, esforzándonos aún más y motivándonos mutuamente, tenemos buenas posibilidades de llegar a la cumbre del Chimborazo. No obstante, esto no depende completamente de nosotros, ya que las condiciones climáticas a esa altitud pueden ser bastante extremas.
Con esto me despido, y espero poder volver con otra publicación exitosa el próximo fin de semana, cuando lleguemos al final del Camino hacia el Chimborazo. ¡Salud!
